No más santos (Brotes de olivo)
(1 Pe 2, 9-10)

La historia de nuestra iglesia dio santos al por mayor.
Jamás faltaron los hombres que oyesen la voz de Dios.

Mas los pusieron tan alto que al pequeño lo alejó,
y éste pensó: "entre esos santos nunca me encontraré yo".

No pensemos hacer santos, no soñemos merecerlo,
seamos luces en la sombra y en lo secreto alumbremos.

Va siendo hora de hacer santa la comunidad,
donde todos juntos sueñen con ser uno, nada más.

Ya antes de que naciéramos el Señor nos consagró.
Nuestro nacer desde él nos hizo santos de Dios.

Somos pueblo consagrado, linaje por elección.
Si antes jamás fuimos pueblo, ahora somos Pueblo de Dios.